» Nous avons l’amour
que nous pensons mériter «
Abrí todas las ventanas al poniente
y me quedé en medio de la inmensa luz
que danzaba a mi alrededor, cálido eco de toda vida.
Afuera, un árbol crecía. Altivo
reverdecía, ¡aún más alto!,
sin conciencia de la tierra.
Abrí entonces las ventanas del corazón.
Ebrio de claridad, se fundió su rojo como lava
dejando rosas mis huesos para atravesar la existencia.
Tanto destello nubla la lucidez.
¿Quién sabe
no pestañear cuando cree estar ante una estrella?
Mas… unos sencillos pasos, bajo la lluvia,
saben fundir, reveladores,
la fragilidad de un sueño.
Empapado, atravesé las calles
que se desdibujaban rendidas, renovándose el blanco
para trazar los caminos.
Hoy, dejo entreabiertas las ventanas
para que mis huesos se doren.
Blancos, guardan el corazón, que aletea en su nido.
Un árbol seco ha dejado de crecer en mi jardín.
Le he plantado unas rosas trepadoras, alrededor,
¡nunca fue tan hermoso!
A media luz, siento el poniente…
Quizás, hoy ya no llueva en mis pensamientos…
y el corazón, pueda volverse sueño.
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